ADOLESCENCIA : 0
Los cuadernos llegaron a mi poder con un cargamento que mi madre había preparado con mi colección de discos en la Argentina en el año 2001 y que nunca había podido enviar luego de los acontecimientos de septiembre. Tenía un total de 3.500 discos, entre ellos discos 78, discos pequeños (45 en los Estados Unidos, pero la mayoría fueron grabados en 33 revoluciones por minuto en Argentina) y discos de larga duración, que incluía la colección entera de los discos de Los Beatles. Pero lo que más me llamó la antención de todo este cargamento fueron esos cuadernos de los que no tenía memoria alguna. Fueron escritos en el año 1978, año del mundial de futbol en Argentina, año en el que todavía se creía que la Argentina estaba por buen camino (bueno, al menos, los que se negaban a ver la realidad, o los que eran tan inocentes que ni se habían enterado todavía de lo que estaba pasando, así lo creían.) El escritor era un tal Eduardo Masa. Sobre la tapa del primer cuaderno había escrito con letra cursiva “Una vez me dijeron que de amor ya no se muere. No lo creí. Sigo sin creerlo.” Y estas palabras despertaron mi curiosidad. Me senté en el piso frío de mi casa, habrí ese primer cuaderno y comencé a leer una historia que cambiaría mi vida.
PAGINA 1: Dedicatoria.
A mi padre, que tanto me dió.
A mi madre, que tanto ayudó.
A mi hermana, que tanto aguantó.
E.M.
PAGINA 2: Nota.
Adolescencia refleja lo que no se ve; ese arduo camino interior que debe recorrer un niño para poder madurar y llegar a ser adulto. Un camino lleno de descubrimientos, tanto corporales como espirituales, un camino con muchos altibajos, quizá más de los necesarios para llevar a cabo su cometido.
El protagonista de mi historia es Mario y es real, vive. Sus sentimientos son reales, su modo de vida es real y el mundo que lo rodea y sus personajes, que quizás me parecieron en algún momento fantaciosos, también lo son.
PAGINA 3: Episodios de Marzo. (A)
Parecería que el comienzo de las clases para los alumnos de quinto año, despertara en ellos un entuciasmo especial. El último año en un colegio, hace renovar los deseos de hacer cosas que se creían hasta entonces lejanas o irrealizables. Es por eso, que el primer día de escuela, estos jóvenes entusiasmados, llenos de alegría, tostados por el sol del verano, comienzan la jornada más temprano que de costumbre, arreglándose lo mejor posible para causar impacto de entrada.
Aquí el autor se detiene, deja un espacio, y comienza a relatar una vida que hasta el día de hoy, no he podido creer que estuviera encerrada en este montón de cuadernos y que por decisión de mi madre, habían llegado a mis manos después de tantos años con mi coleccion de discos.
PAGINA 3: Episodios de Marzo. (B)
Mario tenía un sueño muy profundo. Era una de esas personas que descargan un montón de enrgía durante el día y vuelven a recuperarla durante las pocas horas que reposan. Se acuestan y duermen hasta el momento de levantarse, en el que se encuentran en la misma posición que tenía al acostarse, con la sola diferencia que sus mantas y sábanas han logrado destaparlo completamente, dejando su cuerpo enteramente desnudo y esta era una de las debilidades de Mario. Gozaba muchísimo acostarse desnudo. Era como pensar en dormir después de haber hecho el amor con alguna chica, algo que a su edad, ya se había convertido en obsesión.
Poseía todos los medios posibles para conseguir las chicas que quisiera: pinta, inteligencia, padres con dinero (el texto original dice “guita”), cosa que para los de su edad era muy importante, pero había algo muy poderoso que empañaba todas sus virtudes: Mario era muy tímido, demasiado según las chicas de su edad, y esa misma timidez, acompañada de dinero, hacía que su imagen hacia los demás inspirara una confianza un tanto interesada. Lo peor de esto, es que él lo sabía, y no encontraba mejor remedio que refugiarse en su cuarto. Este reflejaba, en parte, su solitaria trayectoria por esa etapa tan difícil de su vida. Pilas de discos que llenaban con su música horas enteras de soledad; posters en cierta forma algo eróticos, que hacían que su imaginación volara y viviera sus masturbaciones como verdaderos actos de amor. Luces de colores, un sofisticado equipo de sonido y todos los chiches que la buena posición puede comprar.
PAGINA 3: Episodios de Marzo. (C)
Adoraba dormir con la ventana abierta, haciendo que la luz de los jardines de su casa penetraran por ella y convirtiera a todas las cosas en objetos y sombras extrañas. Cuando amanecía, la luz del sol llenaba todos los rincones, espantaba a las sombras que se escondían alí y entibiaba el aire resfriado por la noche.
Todavía amanecía temprano, mucho antes de que llegara la hora de levantarse, y Mario todavía estaba dormido. En realidad había muy pocas cosas que podían depertarlo y entre ellas, estaba la música. Quizá fuera por eso que su padre le regaló un despertador que podía conectar con su equipo de sonido, despertándose así, con las estruendosas vibraciones que a Mario le gustaba escuchar.
El reloj marcaba las siete de la mañana y una explosión de ruidos y algunos sonidos llenó la calma hasta haora imperante. Todos los objetos que se encontraban en la habitación temblaron, así como también los pequeños huesesillos del oído interno de Mario, haciendo que en instantes, el sonido recorriera los filamentos nerviosos y martillara su cerebro, haciéndolo despertar con un sobresalto y sentándolo sobre la cama.
Con los pelos parados y lagañas en los ojos, fué directamente al baño y volvió a dormirse sentado en el inodoro.
Le estruendosa música logró despertar a toda su familia. Su padre, un italiano (el texto original dice “gringo”) con todas sus cualidades, empezó a vociferar en contra de su hijo. Su madre, más dormida que mario, lo único que atinó a hacer, fué levantarse para preparar el café. Su hermana, la primer víctima del estruendo ya que su habitación ere contigua a la de su hermano, se escondió debajo de las mantas; ella tenía la suerte de poder dormir hasta tarde, cosa que mario envidiaba.
Como solía suceder,aún cuando se elvantaba temprano, a mario se le había hecho tarde. Dormido en el baño, solo comenzó a cambiarse cuando su madre entró en la habitación y luego de nos minutos logró despertarlo, metiéndolo en la bañera, debajo de la ducha.
La hermosa relación que existía entre Mario y su madre era inexplicable para el resto de la familia. El había llegado a refugiarse en ella de las bestiales reacciones de su padre y así lo había seguido haciendo durante mucho tiempo, hasta que comenzó a dudar del poder que realmente tenía su protectora y a aprender a defenderse por su cuenta. De todas maneras, la perfecta comunicación entre ellos seguía manteniendo a Mariano, su padre, muy enérgico y hacía que reaccionara cada vez con más vehemencia al ver a Mario demasiado abstraído en charlas y juegos con su madre.
Después de una risoria lucha como solo puede haberla entre madre e hijo, Mario quedó completamente empapado, con su bata pegada al cuerpo y un aspecto de agotameinto tan ridículo que su madre no pudo más que largar una ruidosa carcajada.
Entró su padre. De un solo grito ordenó que se cambiara porque ya se le había hecho demasiado tarde.
- “La entrada del viejo lo arruina siempre todo” - Pensó Mario.
Y estaba en lo cierto. Mariano tenía una capacidad para hacer callar hasta el más insolente, para calarlos a ellos.
Quién se cree que es? - Decía Mario. Me revienta que siempre se meta en lo que no le importa.
Su madre, prefería salir silenciosamente, detrás de su marido y él veía así, la imagen de su madre completamente cambiada, inútil. Se había quedado allí en medio de la bañera, solo.
En ese momento pensó que su padre tenía razón. Debía pensar en él, en lo suyo. Dejar de aferrarse a cosas que ya no le daban protección alguna. Debía formar su propia caparazón, tener sus propias experiencias. Sabía que con respecto a eso, estaba en lo cierto su padre; pero también, pensaba que su padre nunca le había ofrecido ninguna solución, solo opresiones; quizá más tarde podría juzgarlo. Ahora no podía.
Comenzó a cambiarse. Su rebelde cabello le costaba un triunfo peinar, y en esto, empleaba como quince minutos. su padre entraba y salía de su habitación continuamente y esto hacía que se pusiera más nervioso y no terminara nunca. Fué entonces que cuando por primera vez ensució su boca al dirigirse a su padre:
- Dejate de hinchar las pelotas! - Le dijo, quebrando así toda la arcaica costumbre de respeto hacia él.